Un prejuicioso, terco y desobediente bibliotecario tiene que viajar desde Medellín hasta Barcelona para cumplir con una comisión cultural, y escribir un informe para sus jefes. Luego del viaje, y tremendamente aburrido en la redacción administrativa, abandona el texto burocrático y comienza un entretenido diario de viaje donde analiza la obra del escritor Carlos Ruiz Zafón. Se auto impone un tour literario, visitando los sitios novelados en la obra del famoso escritor catalán. Desobedeciendo los objetivos de la comisión, y como si fuera un Quijote, intenta ver en la realidad lo que leyó en un libro de ficción. Caminando las calles de Barcelona y buscando a Zafón, lo que inicialmente pudo ser un sencillo informe de oficina se transformó en otro género narrativo: una crónica, un ensayo, un diario, una novela breve.

El vértigo del viaje se inscribe en la tradición literaria que recrea la frontera entre la realidad y la ficción. El narrador va y viene entre la crónica y la invención, entre el periodismo y la fantasía, entre el diario de viaje, la novela negra, la crítica literaria y los inventarios de autores ficticios. El lector constantemente está preguntándose: ¿esto es cierto? O se está inventando. En definitiva, la presente novela recrea el fracaso del lenguaje para nombrar la realidad, burlándose de esa obsesión por la objetividad, cuando lo único que siempre nombramos son ficciones.