Estamos ante una escritura poética que contiene un profundo deseo de fusión con todo aquello que encuentra en su camino, con todo lo que toca y desea, para poder repartirse en múltiples elementos. Y a la vez, se trata de una escritura reflexiva en la que hay siempre una acción que, por leve que sea, acaba provocando una elección, una idea a estudiar, una indicación a seguir.
Este profundo trabajo de introspección y desprendimiento deja la sensación física de sed. Desde un plano puramente inmaterial encontramos la sed como resultado en el plano físico. La sed, como señala Juan Eduardo Cirlot, es un impulso ciego. Sed de vivir, sed de participar, remanente de todo acto de renuncia. Por lo tanto, estamos ante un libro que es sobre todo una búsqueda hacia lo alto, como todo libro de poesía exitosamente logrado. Aquello que se ha ido acumulando, desechando o guardando como precioso, en un momento dado, no es otra cosa que la escalera donde apoyarse en un proceso de elevación. La palabra se coloca como un travesaño, una junto a la otra, para ir escalando hasta un lugar desconocido, sólo previamente intuido, que poco a poco vamos ganando. (Del prólogo de Rodolfo Häsler).
RAFAEL MAMMOS (Palma de Mallorca, 1982). Es licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Barcelona. Colaboró con diversos poemas en el libro Domicilio de nadie. Antología de la nueva poesía barcelonesa (Isla Negra, 2008). Ha publicado los poemarios Paisaje con reflejo (Paralelo Sur, 2011), Casas rivales (La Garúa libros, 2013), Oficio (Polibea, 2016) i Microdestrucció del món (Edicions Tremendes, 2017). También publicó una adaptación de La Odisea (Combel, 2008). Ha colaborado con las revistas Quimera, Puentes de crítica literaria y cultural, Alga y Paralelo Sur.